http://www.youtube.com/watch?v=7vbfeCyNuq8 (El coro griego, recreado por Woody Allen)
Edipo, Rey
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Edipo venció a la esfinge, pero no a su destino. La fatalidad de los hados le impusieron matar a su padre, Layo, y yacer con su madre, Yocasta. Edipo quiso eludir la voluntad divina. En penoso camino, descubrió que la sabiduría es aceptar lo predestinado y el duro arte del autoconocimiento.
Es
fundamental la reconstrucción de la secuencia mítica anterior al nacimiento de
Edipo porque, cuando se abre el Edipo Rey,
él ya adulto reina en Tebas. Nos referimos a la procedencia de la generación de
los Labdácidas, para preguntarnos qué ocurrió en la sucesión Lábdaco – Layo –
Edipo. […].
Lo
que sabemos acerca de Lábdaco es que murió cuando Layo, su hijo, era muy
pequeño y que a su muerte lo sucedió Lico en el trono de Tebas.
Se
reitera, aunque en circunstancias diversas, cierto elemento del mito de Edipo,
pues Layo es exiliado de Tebas siendo niño y apartado de su destino real. Es
recibido en la casa de Pélope, personaje importante para la tradición
mitológica griega. Un conocido mito cuenta que Tántalo, padre de Pélope,
ofreció a su hijo como un festín para los dioses, para poner a prueba la
providencia divina. Se dice que sólo Deméter llegó a probar bocado del
filicidio, que Tántalo sufrió eternos castigos en la morada de Hades por su afrenta
y que Pélope fue revivido y devuelto a su destino mortal. Ocurre que Pélope
tiene un hijo, Crisipo -que da nombre a la tragedia de Eurípides- con quien se
encuentra Layo en su exilio. Sabemos por referencias que Eurípides narraba en
esa pieza la violación de Crisipo por Layo y el posterior suicidio de aquél. De
acuerdo a esto, Layo violó las leyes de la hospitalidad, de esencial
significado para los griegos, y las de la naturaleza, pues pasa por ser el
introductor de la homosexualidad en Grecia. Asimismo recibió de Pélope una
terrible maldición que afectaría a su futura descendencia. Si bien no nos
quedan en los fragmentos del Crisipo,
de Eurípides, alusiones precisas a la falta de Layo, contamos con importantes
comentarios de autores antiguos […].
Layo,
como cuenta Eurípides y enseña la fauna, fue el primero en emprender el deseo
(éros) por los machos. […].
Ahora
bien. hacemos referencia a este hecho porque resulta un contexto esencial del Edipo Rey. Recordemos ante todo que
nosotros, inmersos en los parámetros de una cultura escrita, olvidamos que los
espectadores de la tragedia contaban con los datos de la vulgata mitológica por
una tradición oral, recreada en las tragedias mismas. Y para ellos, Layo era el
violador de Crisipo y el productor de una gran mancha.
Otro
hecho importante atañe el linaje de los Labdácidas, observado por primera vez
por Levi Strauss en la primera compilación de su Antropología Estructural. En efecto, él fue el primero en advertir
cierto motivo reiterado en la significación de los nombres de Lábdaco, Layo y
Edipo […]. El problema señalado por Levi Strauss es que los tres nombres aluden
a una anomalía en los pies y en el andar: el nombre de Lábdaco se asocia con la
renguera, como el caso de Lábda, la renga, mencionada por Heródoto, de la que
se origina el linaje de los Cispélidas; laiós, de donde deriva Layo, significa
"zurdo", con una connotación negativa; y Oidípous, del primer
componente oidi ("hinchazón"), y poús ("pie"), significa,
como es sabido, "el de los pies hinchados". Ahora bien, Levi Strauss
tuvo en su primera aproximación un gran dislate en la interpretación del hecho
que él evidenció, pues asoció la significación del "mal andar" de los
Labdácidas con el contexto de los amerindios, en el que indica una autoctonía,
una ligazón fuerte con la propia tierra, mientras nada semejante ocurre en
contexto helénico.
El
mismo Levi Strauss se desdijo de esa analogía ilegítima. Lo importante es que
la mención del pie se reitera asimismo en el enigma de la Esfinge, como lo
conservamos por ejemplo en la hypóthesis I de las Fenicias de Eurípides:
"En la tierra hay un ser dipoús,
tripoús, tetrapoús –de dos pies, de tres pies, de cuatro pies- cuya voz es
única. Sólo él cambia de naturaleza entre los que frecuentan el cielo, el aire
y el mar. Cuando se apoya sobre el mayor número de pies, sus miembros tienen
menos fuerza."
Vernant,
en una de sus obras, ofrece ciertos lineamientos acerca de la interpretación
del "mal andar/mala formación de pies" por referencias mitológicas a Hefesto
y al pasaje del Banquete, de Platón,
en el que Aristófanes describe los personajes bisexuales primigenios. […].
Puede
ser ésta otra perspectiva para acercarse a la significación de "la mala
pata" de los Labdácidas. […].
Además
de las cuestiones mencionadas, otra fuente imprescindible para la
contextualización de los problemas del Edipo
Rey es, por supuesto, la Poética
de Aristóteles. Fundamentalmente porque Aristóteles, a menos de un siglo de
distancia, pone en varias oportunidades la versión de Sófocles como un
paradigma trágico. Así, después de establecer el carácter catártico de la
tragedia "mediante el temor y la compasión", advierte que la
compasión se enciende ante un ser que no merece su desgracia y el temor se
produce ante alguien en desgracia que es sentido como un semejante -hómoios-, y
para ejemplificar alude al Edipo Rey:
"es el caso de un hombre que en circunstancias tremendas sufre desgracia
sin haberla provocado por maldad sino merced a un error". […].
[…] Ya desde el principio, Edipo expresa
su voluntad de "sacar a la luz" todo lo concerniente al asesinato de
Layo, y se mantiene en su deseo a pesar de que todos los demás, especialmente
Tiresias y después Yocasta, desean disuadirlo. Ella misma le dice:
"Desventurado, que nunca llegues a saber quién eres". Sabemos de la
brutal anagnórisis -esto es, "reconocimiento" según la Poética, como paso de la ignorancia al
conocimiento -de Edipo-, y de su mutilación. Esta misma mutilación afecta la
vista, el sentido ejemplar del simbolismo del conocimiento para los griegos,
asociada precisamente con Apolo, el Sol, "el que ve todas las cosas",
y es Apolo, con su simbólica cognoscitiva -y el saber ocular délfico y la
mántica de Tiresias- el dios de esta tragedia. Hay que señalar que en todo
acontecer trágico, además de los dramatis
personae, los personajes del drama, se puede verificar la presencia
actuante de un ser numinoso, una deidad, como Afrodita en el Hipólito de Eurípides, y Hades en la Antígona. Y este numen marca el
imbricado simbólico -"el imaginario" según se dice actualmente- en
que se desarrolla el hecho trágico. Apolo, el dios délfico del "Conócete a
ti mismo", es la presencia numinosa del Edipo Rey. Por eso, si Edipo cometió una hybris, una desmesura, fue
con respecto del dominio de Apolo. Edipo quiso saber más y más. Por eso dijo Hölderlin:
“quizás el viejo Edipo tenga un ojo de más".
PINKLER, Leandro y otros, La tragedia griega (Tv paqei maqoz), Plus Ultra, Buenos
Aires, 1993.
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